ROSER:
¿Cómo defines el Tai-chi teniendo en cuenta que hay muchas
escuelas y muchas líneas de trabajo en estos momentos?
TEW: Sí que hay muchas escuelas y muchos estilos,
estamos inundados por Tai Chi y Qi Gong, es un poco como una moda. Tai
Chi es algo muy sencillo, es un lenguaje universal que nació en
China. Es un lenguaje de movimientos arquetípicos dentro del cual
hay movimientos que expresan la emoción que nos permite vivir,
por ejemplo, esas energías que llamamos yin y yang que son nada
más que círculo y línea, recibir y dar. Saber esto
es un punto clave para integrar nuestro cuerpo en las situaciones de la
vida con el lenguaje del Tai Chi. Cuando hacemos, recibimos y transmitimos
energía quizás podemos vivir con más plenitud porque
estamos viviendo cada situación con el cuerpo como base. El problema
en el mundo, sobre todo en sociedades donde se ha desarrollado mucho lo
intelectual es que hemos perdido el cuerpo. Sobre todo en culturas donde
el cuerpo representa algo sucio, algo escondido, algo alienado y lejos
de nosotros mismos. Donde el espacio por debajo del cuerpo asusta, representa
el pecado. El Tai chi sirve para recuperar la conexión con tu cuerpo
y a mí me parece que es esencial, si vamos a vivir sin violencia,
con cariño, mirar el cuerpo de otra manera; integrar la sensibilidad,
el cuerpo en nuestra búsqueda de la bondad, por ejemplo. Creer
en la bondad, en la paz, en salvar el planeta son buenas ideas, pero sin
vivir con nuestro cuerpo, sin que nuestro cuerpo sepa cómo es anidar
sobre la tierra, cómo es sentir las vibraciones que le rodean,
la bondad y la paz quedan como meras ideas. Si pudiéramos integrar
nuestro cuerpo en nuestro yo viviríamos más completamente,
ya que el cuerpo es también la vida.
Para el mí el Tai Chi es el medio, no es la meta. El peligro es
que en el supermercado de lo alternativo está deviniendo algo que
se compra, una posesión donde uno trabaja con tal y tal maestro
y conoce esta y aquella forma diferente. Esto me parece ridículo.
El Tai Chi tiene que ser algo sencillo, no una complicación para
tener más y más que aprender. Todos estamos hartos desde
el colegio de tener que aprender tantas tonterías, lo hermoso de
este lenguaje del Tai chi es que nos permite deshacer y desaprender. Cosas
como la violencia, la rabia, la impaciencia, las angustias que están
en el cuerpo, cosas que no hemos podido afrontar con suficiente honestidad.
Si no enfrentamos estas cualidades negativas en el cuerpo quedamos viviendo
como una vida separada. Por un lado creemos en la bondad, queremos vivir
bien pero, por otro, el cuerpo no nos lo permite, porque el cuerpo es
el paciente. El cuerpo está rabioso, está bloqueado, ya
no sabe como respirar. Se trata de volver a sensibilizarlo para volver
a respirar, de recuperar el cariño en el cuerpo.
ARJUNA: Hay mucha gente que se extraña
de que el Taichi tenga una base marcial ya que consideran que la vía
espiritual tiene que estar lejos de cualquier tipo de violencia.
TEW: Aparte del significado habitual de la palabra marcial,
para mí entraña realmente vivir como guerrero. Y creo que
en un momento dado si queremos vivir bien, con cariño en nuestra
vida, tenemos que afrontar la violencia en nosotros mismos. Hay muchas
maneras de hacerlo, con terapia, por ejemplo. El arte marcial es un camino
de enfrentar el patrón de miedo y violencia que tenemos casi todos.
Cuando evitamos esto, cuando no queremos tratar con este patrón,
vemos que no desaparece con ideas y queda de una manera subliminal dentro
de nosotros. Por eso vemos históricamente en nuestras culturas
cómo hombres y mujeres que creen en una religión y en dogmas
muy altos son capaces de matar por su dios, por una idea. Y eso es una
contradicción que me choca. A veces en una misma religión
se da la hostilidad entre sus diferentes sectas.
Es que la violencia está dentro. En cambio, si estamos dentro de
un arte marcial de verdad, como cuando trabajamos este aspecto en nuestros
encuentros, vamos enfrentando esas pasiones fuertes en una situación
más o menos segura, sin riesgo. Nos ofrece una situación
donde podemos investigar los patrones de violencia que tenemos dentro.
Muchas líneas de Tai Chi no entran en este nivel marcial pero nosotros
creemos que es fundamental. No luchamos para ser buenos luchadores, ni
para ganar al otro, sino para entender lo que está dentro de nosotros
sin hacer daño. Utilizando el lenguaje del Tai Chi con habilidad
empezamos a entender nuestro patrón de agresividad y miedo y se
puede deshacer. Por eso no hay contradicción entre arte marcial
y camino espiritual. El uno es una buena base para desarrollar el otro.
Con este entrenamiento tú puedes darte cuenta dónde están
tus miedos y bloqueos, cuándo proyectas en el otro el poder, de
qué tienes miedo en cualquier situación, etc.
ARJUNA: Siguiendo
con la pregunta, ¿cómo ves el hacer combate en Tai chi para
las mujeres, a las que culturalmente se les ha negado su expresión
de fuerza y defensa?, ¿puede ser una alternativa?.
TEW: Puede ser una alternativa revolucionaria. He visto
muchos cambios en mujeres que vienen a los cursos. Mujeres que tienen
miedo, atrapadas en su imagen de mujer, que no pueden hacer esto o aquello,
que no pueden expresarse. Sin embargo he visto a mujeres dar patadas como
elefantes, con la alegría de poder expresarse libremente sin inhibiciones.
Aunque el lenguaje marcial es disciplinado, sutilmente te permite expresar
cosas que quizás desde niño no has expresado. Veo la lucha
no como competición sino como juego. Hemos perdido el juego de
caer, dar patadas y golpes con humor. Y este aspecto de juego es muy importante,
volver a jugar con nuestro cuerpo. Integrar el cuerpo, celebrar que tenemos
un cuerpo, simplemente el hecho de mover los brazos conscientemente. Esto
nos permite vivir de una forma más ligada a la naturaleza, no como
idea sino como energía.
ROSER: ¿Qué relación
podemos encontrar entre el Tai chi y la psicoterapia ya que hablas de
patrones que hemos de cambiar, y también el trabajo con las emociones?.
TEW: Es terapia oriental de alguna manera, sin análisis
pero yendo directamente al cuerpo. El Tai Chi, que mucha gente asocia
con movimientos suaves, requiere nuestro trabajo para llegar a la suavidad
auténtica, a movimientos verdaderamente silenciosos, que no esconden
ruidos, que no reprimen tensiones, y eso se ve en muchas personas. Se
trata de deshacer el ruido, las tensiones y, en ese sentido, es muy parecido
a la Gestalt. Has de mirar tu cuerpo y tu presencia desde todos los ángulos,
desde el interior de ti mismo. Nuestro cuerpo es nuestra historia en las
posturas, en la manera de hacer cosas. Cuando entramos en la vida interior
del cuerpo vamos a encontrar los daños que hemos recibido, los
traumas que hemos sufrido. Pero a diferencia de las terapias occidentales,
nosotros no intentamos analizar. Entender el por qué no nos interesa
mucho. Lo que más nos interesa en este nivel terapéutico
es cómo transformar cada momento y mantener tu conciencia. Éste
es el punto clave, esto es saber lo que pasa dentro de ti, y esto es lo
que transforma.
ARJUNA: En
esta transformación la disciplina es muy importante, ¿cómo
entiendes tú la disciplina espiritual?.
TEW: No como alguien conformándose a otro o a reglas
impuestas desde afuera. Entiendo la disciplina como el aprender quién
soy. Debe nacer de la curiosidad de nosotros mismos. No es algo que se
pueda imponer desde fuera. La disciplina que se propone desde fuera no
tiene para mí mucho interés. Porque a veces ésta
sirve para complacer a una figura de padre que está ahí.
Creo que en ciertos momentos de la vida, tal vez debido al sufrimiento,
uno se pregunta quién soy. No es una pregunta de alta filosofía
pues los niños se preguntan también quién soy, quién
eres tú. Es muy inocente, muy primal. Pero cuando nace esta pregunta
encontramos que no hay apoyo, que nadie sabe, o si sabe es a través
de una vieja contestación que no tiene vibración. Creo que
en varios caminos espirituales Yoga, Tai Chi, etc, hay la posibilidad
de continuar con esta curiosidad. Pero para continuar requerimos algo
claro y definido y esto es la disciplina. Si quieres seguir por este camino
puedes encontrarte a veces en situaciones de desafío. Por ejemplo
una posición inmóvil justamente para saber cómo es
de parar de correr. Si no te pones en esta disciplina de sentarte en un
cojín, no vas a saber realmente, sólo intelectualmente qué
es pararte. La meditación también nace de la curiosidad
de saber qué es el silencio, qué sucede cuando paro de hacer
cosas, qué pasa con mi respiración, en mi cuerpo, en mi
mente, qué pasa en mi corazón. No es "tengo que hacer
la meditación para ir, por ejemplo, al 'cielo' o algo así".
Y esta curiosidad es algo que intento transmitir a mis alumnos. La disciplina
externa es algo que se rechaza pero simultáneamente uno quiere
conformarse a ella para complacer a alguien. En general, la mayoría
la rechazamos porque nos recuerda la escuela. Por eso tenemos que cambiar
todo y buscar la disciplina que viene de nosotros, de dentro. No tendremos
contradicciones, nuestra práctica la sentimos vibrante, es un gozo
porque no la sentimos como trabajo, desde la voluntad. En cambio la sentimos
como la alegría, no adulando al ego pero gozando de la vida, de
la magia, de la poesía.
ROSER: ¿Qué papel tiene
el sufrimiento entonces?
TEW: Yo me he criado dentro del budismo,
de sus enseñanzas. La base es que la vida es sufrimiento. Esta
capa de realidad en donde nos encontramos se llama duhka. Es la primera
verdad noble: aceptar que hay sufrimiento, que tenemos un cuerpo, que
vamos a envejecer y a morir –y no es pesimismo, es nuestro punto
de referencia para saber de dónde partimos y adónde llegamos–.
Sabemos que estamos en este nivel de sufrimiento. Por eso celebramos los
momentos de ternura y de cariño, de hermosura, amistad y amor como
momentos sagrados. Otra consecuencia de todo esto es que, ya que estamos
en duhka, no hay por qué sufrir más. No hay por qué
apegarse a cosas que nos hacen sufrir. Hemos de cortar el sufrimiento
que no es necesario.
ARJUNA: A veces hay una idea fija
al realizar la forma precisa del Tai Chi. Si embargo, tú nos has
enseñado que si no hay escucha interna, en realidad no hay verdadera
forma. El taoísmo es el arte de los cambios donde debemos adaptarnos
a nuestro momento. ¿Cómo ves tú esta escucha interna
dentro de la forma del Tai Chi?.
TEW: Es la parte
más difícil. Cómo desarrollar la cualidad de tu conciencia
para captar los momentos de cambio. Aceptamos que toda la vida es cambio,
en un flujo permanente. No hay nada fijo, parece fijo pero ni siquiera
las ideas o las cosas lo son. Es la verdad de las estaciones, hay muerte,
renacimiento. Lo que hay es una ilusión de permanencia.
Lo que intentamos es armonizarnos en el flujo. Hay yin y hay yang, hay
noche y día, sombra y luz, tierra y cielo, masculino y femenino.
Aunque obvio intelectualmente, vivirlo es otra cosa. Hay momentos de cambio
en cada situación, en cada movimiento. Eso es lo que el Tai Chi
nos enseña. Dentro de la forma que hacemos en Tai Chi, por ejemplo,
cuando un gesto o movimiento ya está lleno, si vamos un poco más
allá ya es demasiado, hemos desbordado algo, nos hemos alejado
de nuestro centro; pero un poco antes, todavía no está lleno.
Es como la música donde buscamos la buena nota, con la ley de armonía.
Cuando entendemos estos momentos de cambio del lleno al vacío,
del yang al yin entonces estamos en la forma. Y esto lo podemos llevar
a diferentes situaciones en la vida, en el intercambio con otros si hemos
aprendido a escuchar, a recibir, a dar. Entonces tenemos más capacidad
de dar espacio a alguien cuando está expresando algo que requiere
nuestra atención, nuestra receptividad. Para salir de aquella rutina
en la que uno habla y el otro no escucha. Las guerras se hacen así.
Es importante recibir cuando es el momento de recibir y dar en su momento.
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